
Pero no es así. Si bien es cierto que sigue el mismo patrón que su
antecesora, París se sumerge aún más
en aquel estado de duermevela que ya dijimos, convirtiéndolo en profundas
ensoñaciones que hacen que el lector apenas comenzado a perder la noción de la
realidad recupere la cordura, sólo para volver a perderla. De momentos surrealistas
a razonamientos lógicos que inmediatamente enlazan con situaciones kafkianas y
claustrofóbicas. Un continuo vaivén, un viaje por pronunciados cambios de
rasante que despiertan ese emocionante hormigueo en el estómago.
Levrero parece querer gritar pero se contiene. Muestra, la mentira en
forma de guerra y religión, la estafa con aspecto de función musical. Al contrario que en La ciudad, en París la
mujer no se esfuma, la sensualidad, cuando no el sexo aparecen en varias
ocasiones.
Quiero leer esto :D París <3
ResponderEliminarPasate: http://palisg.blogspot.com/